Termino una etapa en Brisbane la cual coronamos con una
semana de grandes despedidas. Fuimos a cada lugar que amamos, comimos como
reinas y abrazamos a cada personaje que lo merecia.
Para viajar hacia Sydney decidimos alquilar una Van y viajar
durante diez dias parando en cada lugar que lo merece. Fue espectacular.
Despues de un lunes lleno de amigas australianas
acompañandonos en los ultimos detalles antes de partir como depilarnos e ir al
supermercado a comprar gomitas para el viaje, cargamos todo en la Van que nos
asisgnaron, en formato de Jimmy Hendrix para hacerle honor a Juano, y partimos
hacia Coolangatta.
Todo era nuevo. Desde manejar desde el lado derecho hasta
cargar toda una vida en un auto. Lugar nuevo para el cepillo de dientes, lugar
nuevo para la almohada, lugar nuevo para las bombachas.
Llegamos a Coolongatta
a la noche y tuvimos nuestra primer noche de camping. En los últimos años no
tuve la oportunidad de acampar en Buenos Aires asi que no puedo comparar, pero
aca los camping son un lujo. Baños limpios con agua caliente y quincho con
artefactos de cocina para vivir con comodidad. Desde pava electrica hasta
tostadora. Nos hicimos unos ricos wraps, charlamos un rato con la van vecina y
nos fuimos a dormir. Costo estirar las piernas en la van, pero finalmente lo
solucionamos. Ya nos sentiamos en casa.
La mañana siguiente comenzo con un tipico desayuno de
café+banana+mango, jornada de playa y luego a la tardecita partimos hacia Springbrook, un parque nacional. Aquí
pasamos día y medio de aventura. Treking entre cascadas y animales salvajes.
Dormimos en el medio de la nada sin luz ni electricidad y partimos para Byron
Bay. Paraiso si los hay. Fue la perfecta combinación entre West End y playa.
Que mas pedir? Empezo a aparecer el tipico estereotipo de australiano surfer: bronceado
de reflejos dorados. A nuestra sorpresa, nos vinieron a visitar amigos y amores
de Brisbane, asi que tuvimos un fin de semana lleno de vino, amor y baile.
Pasamos gran parte del tiempo en “The Art Factory”, como su nombre lo dice, un
camping lleno de arte. La mejor anécdota que recuerdo de estos días fue esa
noche de tormenta en la que todos nos animamos a dejar cualquier tipo de
prohibición atrás y bailamos semi desnudos bajo la lluvia. Eso fue libertad. En
el día hicimos playa, juegos, serenatas con la guitarra, sushi, pizza y
helados.
La vida en van cambio después de conocer a dos francesas
divinas que nos aconsejaron a animarnos a no pagar mas camping sino estacionar
en calles “de adentro” para dormir ahorrando unos pesos. Y asi fue. Chau a la ducha
caliente y al café de la mañana con agua de pava eléctrica. Ahora nuestra vida
consistia en estacionar frente a la playa, amanecer frente al mar, correr en
busca del baño mas cercano y terminar el día bañandonos en la playa antes que
baje el sol para no morir de frío.
Que lindo es ser hippie! Que loco cuando uno
se da cuenta lo bien que puede vivir con tan poco. Remera, bikini, short,
cepillo de dientes, desodorante, ojotas. Algo mas? Nada mas.
De los días que estuvimos en Byron, uno de ellos nos fuimos
a pasar el día y la noche a un pueblito hippie (hippie en serio…habitado por
pioneros de los 70s) que se llama Nimbin. De este pueblo hay mucho para hablar,
asi que habra otro relato dedicado a esto, pero como conlusión puedo decir que
fue una experiencia intensa. Moraleja: olvidémonos que hippie es sinónimo de
felicidad. En fin, a pesar de todas las cosas que se vivieron ese día, me queda
un recuerdo increible y un paso más a seguir creciendo tanto personal como
profesionalmente.
Partimos de Byron hacia Lennox. Otro pueblito playero pero
con menos juventud. Despúes fuimos a Port Maquarie, pueblo con una movida
parecida a la de Lennox pero con un lindo puerto y mas cerca de parecerse a una
pequeña ciudad. Ambos lugares impresionantes. Lo bueno fue disfrutarnos la una
a la otra. Eramos nosotras y el mar. Reimos y nos abrazamos fuerte en varios
momentos. Se acercaba el fin de nuestras pequeñas vacaciones y queríamos mas
que nunca concentrarnos en pensar en lo lindos que habian sido estos ultimos
meses juntas. Cada despertar, cada metida en la cama. Cada personaje, cada
experiencia. Los días de roadtrip nos los tomamos para respirar hondo,
agradecer y grabar en la memoria cada minuto de aventura. Tuvimos una gran
conexión con la naturaleza. Playa, agua, aire, tierra. Todo para nosotras.
Antes de llegar a Sydney habíamos planeado parar en
Newcastle. No sabemos bien porque habíamos tomado esa decisión pero cuando
entramos en la ciudad nos dimos cuenta que habíamos pifiado. Nos adentramos en
una ciudad industrial con poca gracia. Al primer semaforo nos asfixiamos. Donde
esta la playa? Suena exagerado pero necesitabamos respirar esa profundidad de horizonte. Como estaba anocheciendo decidimos parar a dormir por ahí, para
arrancar temprano en busca de mar. Y asi fue. Al dia siguiente partimos para
Avoca Beach. Una playa en las afueras de Sydney super acojedora. Estacionamos. Había
baño, ducha y un café. Impecable. Pasamos el último día y noche en ese lugar
espectacular. Como despedida comimos una ensalada exótica frente al mar. A la
mañana siguiente nos volvimos a despertar con ese rayito de sol que entraba
entre los banderines colgados en la ventana que nos regalo Jack. Abrimos los
ojos. Y mar de nuevo. Que linda vida.
Ordenamos la van y partimos para Sydney. Se acercaba la hora
de separarnos. En el camino hicimos sonar toda esa playlist que nos acompaño
durante los 3 meses y pico.
Gritamos cantando. Nos agarramos la mano. Llegamos a lo de Lucas y Cami. Yo me
baje ahí y Cali siguió rumbo a encontrarse con el novio.
Asi empieza mi vida en Manly…..sola pero con Cali cerca.
Nada grave. Hora de cambios y reencuentros. Hora de tomar coraje para dar pasos
sola.
Veremos como sigue….
En fin, gracias Cali por estos 10 días de vivir como se
debe. Felices.