Sabía que iba a pasar. Obvio que lo sabía. Pero cuando tenes
tanta aventura llena de sensaciones y emociones por delante, pensas en la minima posibilidad de “no
extrañar tanto”. Bull Shit. Las extraño todos los días.
A ver, tener a Cali todos los días conmigo, hace que todo
sea mucho más fácil. Pero cuando los días empiezan a pasar, y el tiempo empieza
a tener efecto, aparece esa sensación que proviene del verbo “extrañar” que no
se si alguna vez la sintieron, pero en mi opinión, es una de las peores. Por
suerte, como todo lo que esta pasando es tan increíble, el extrañar aparece
cuando uno piensa en el otro. Si no se piensa mucho, no se extraña. Pero mi
madre parió a una eterna “pensadora”, por ende, el no pensar en que me esta
pasando es inevitable. Y ahí es cuando aparecen esos estrujones de pecho que me
recuerdan cuanto las extraño.
(Le estoy poniendo drama al relato eh, tranquilas que estoy
en Australia pasándola b o m b a)
El otro día
caminando con Cali le pregunte: no te pasa que cuando ves grupos de amigas no
parecen amigas? Jure que no iba a saber de que estaba hablando. Por un lado
porque mi pregunta estaba bastante mal formulada, pero por el otro, porque pensé
que yo sola lo había notado. Y me respondió: SI!!! Me re pasa. Nos entendimos
enseguida.
Paso a explicar la situación. Al trabajar ambas en lugares
donde la gente suele ir con amigos a compartir un momento, pudimos sacar varias
conclusiones. No se ve ese noseque que hay entre amigos. Parecen reuniones de gente que recién se conoce. No se
escuchan risas desenfrenadas, algún que otro grito, o ese “QUEEEE” típico entre
mujeres cuando una cuenta por ejemplo que su ex va a ser papa y que la madre es
esa chica que se fue del colegio cuando estaban en 7mo grado. Ni hablar de
ver algún abrazo, apretujon de manos o contacto físico con el otro.
Eso extraño. Salir con mis amigas a comer, a tomar
algo, y que la mesa no pueda parar
de moverse. O juntarnos en el sillón de alguna casa a hacernos bolita, rodete en la cabeza, comer algo rico y no
parar de reírnos. Esa “chispa” que hace que la persona pase a ser una parte
tuya, a quien le compartís tu intimidad y la haces parte de tu día, de tu vida.
Júzguenme de cursi, pero yo creo que cada una de mis amigas tiene un pedacito
de mi. Y que se lo presto para compartirlo y que lo cuide. Y viceversa.
Creo que esta parte del viaje es la que me esta costando
mas. Skype y sus derivados ayudan un montón. Pero a veces las ganas de pasar la
pantalla me sobrepasan. Esta bueno estar viviendo todo esto. Porque claro que
sabía que las quería mucho, pero sentirlo así de fuerte me hace reafirmarlo y
agradecer que las tengo. Mirar de lejos, alejarse, volver, encontrar,
descubrir. Eso me esta pasando con ustedes.
"Las despedidas iban a matarme. Pero el día que te diga todo esto, seguramente habré entendido que en algunas cuestiones la mejor perspectiva la dan los años, no los kilómetros. Me habré dado cuenta de cómo me preocupaba por las cosas, cómo sufría innecesariamente, cómo suponía un futuro que no podía predecir. Y para ese entonces también habré comprobado que en cada una de mis vueltas a casa sentí lo mismo: que, entre las personas que quería y yo, el tiempo no había pasado, que la amistad no se había ido de viaje para siempre, sino que seguía ahí, intacta."