Y de repente te encontras haciendo decisiones todos los días
y casi a cada hora. Porque ahora ya no hay nadie que decida por vos. Tu cabeza,
tu cuerpo y tu corazón se tienen que intentar poner de acuerdo a cada rato para
armar un lindo camino. Y como cuesta!
Hay diferentes tipos de decisiones. Las cotidianas,como:
desayuno cereales o tostadas? Me baño a la mañana o a la noche?. Las económicas,
como: vamos a comer afuera o cocinamos y ahorramos? Me tomo el bondi o camino?
Las sociales, como: salgo con esta nueva amiga y sus amigos a ver si conozco
mas gente o me quedo en casa tranquila viendo una película? Las definitivas,
como: me voy de esta ciudad o me quedo un mes mas? Acepto ese trabajo?
Desde que empezó el viaje aparecieron todas. Y no es que
antes no estaban, sino que la vida de antes era menos pensada. Era un poco mas
estructurada, quizás tenia una rutina, pero sobretodo, las decisiones no
recaían solo en mi. Tenia una red de personas que podían llegar a influir o a
hacerse cargo de algunas de mis decisiones. Ahora eso ya no
esta. Ahora cada
pasito, define.
Y así fue como esta última semana apareció el momento de
tomar una de las decisiones mas difíciles en estos últimos años. Sin exagerar.
De un día para el otro conseguí un laburazo. Asistente de
fotografía para un estudio que se especializa en porfolios para chicos. Buenas
horas de trabajo, buen sueldo, y posibilidad de viajar por todo Australia.
Parece como si la decisión fuese fácil de tomar, pero no, todo lo contrario. El
detalle de la propuesta es que me querían meter en un avión, dos días después
de haberme contratado, con destino a Townsville (500km de Brisbane). Hasta ahí
sonaba un poco rápido pero desafiante. Estaba a punto de aceptar cuando me
comunican que después de Townsville tenía otros destinos, es decir, que no
volvía a pisar Brisbane hasta nuevo aviso.
Y acá empieza el estrés de la decisión:
¿Y qué va a pasar con mi casa? ¿No vuelvo mas?
¿ Y con quien voy a vivir alla?
¿Y Cali?
¿Y mis amigos?
¿Y mis planes de ir a Sydney para el verano?
¿Y el viaje en campervan con Cali?
¿ Y para mi cumpleaños voy a estar sola?
Fueron dos días en los que sentí que la cabeza me iba a
explotar. Cali me miraba. Se acercaba y me abrazaba. Se ponía nerviosa y decía
cualquier cosa. Se reía. Nos poníamos tristes, nos poníamos felices. No sabíamos
que hacer! Ninguna sabía como reaccionar, que es lo que estaba bien y que mal.
¿Había algo bueno y algo malo?
En fin, la historia termina después de varias charlas con
grandes personajes de mi vida quienes me conocen y saben encaminarme. O mejor
dicho, darme el consejo mas acorde. El final se resume en no aceptar la
propuesta. Principalmente porque si hay algo que aprender acerca de las
decisiones, es que hay que tener el tiempo necesario (sea mucho o poco) para
tomarlas. Cada decisión merece su tiempo de reflexión. Esta bueno a veces “pensar
rápido”, así se van los miedos. Pero cuando la consecuencia es grande, mejor
respirar hondo, tomarse unos días y dejarlo decantar.
Y ahora…..Feliz de estar un mes mas en el glorioso WEST END!