jueves, 19 de septiembre de 2013

DEJAR DE SER ARGENTINO...O NO?




Nadie puede refutar que Argentina es un país que se caracteriza por su inestabilidad. Y asumo que debe ser por esa falta de seguridad que muchos como yo deciden irse a buscar aquellas certezas por el mundo.

Y es así como varios de nosotros, colegas de generación, con título en mano (porque nos enseñaron que así debe ser), damos el gran paso a vivir una experiencia lejos de casa.

Pero también están aquellos que ese paso lo dieron en otro momento y por otras razones. Y es acá donde aparece el tema sobre el cual me encantó reflexionar: Dejar de ser argentino...o no?

Cuando llegamos a Australia nos encontramos con tres tipos de argentinos. O por lo menos así decidimos clasificarlos.

En primer lugar, una pareja que rodea los 30 años, cada uno con un trabajo acorde a lo que le gusta y una muy buena posición económica: casa, auto, vacaciones, salidas...que saben que en BSAS no podrían haber alcanzado tan rápido. Solo llevan tres años acá, por lo tanto, todavía siguen disfrutando estar lejos del estrés de nuestra ciudad, de la inseguridad, de las protestas, de las limitaciones. Admiran la sociedad australiana y su capacidad de saber llevar lo que denominamos "una buena vida". Pero, añoran el dulce de leche, el Fernet, las galletitas Melba mojadas en Nesquik, los famosos "TE" entre amigas, los asados familiares, los sábados de fútbol y asado con los pibes. Prefieren hacerse amigos de otros países para seguir abriendo la cabeza a otras culturas y les da un poco de escalofríos cruzarse a el estereotipo de argentino con el gorro de cotillon celeste y blanco y la camiseta del diego a los gritos por la calle (ya les paso). Son argentinos en esencia, viven una rutina australiana pero aun paso muy poco tiempo para decidir donde quieren asentarse y formar una familia.  El típico caso de jóvenes que se fueron a buscar lo que necesitaban, lo encontraron, y ahora tienen que hacer una balanza entre los pros y contras de quedarse o volver.

En segundo lugar, una pareja que emigró hace 24 años por temas laborales. Adriana y Raúl. Adriana es una de las señoras mas personajes que conocí en mi vida. Lleva mas de 20 años en el país y todavía no aprendió a hablar inglés. Su casa es un santuario de fotos de Buenos Aires y árboles genealógicos con cada miembro de su extensa familia porteña. Mujer humilde nacida en Flores, con dos hijos nacidos en Australia a los cuales jamas les habló en ingles para mantener la cultura. Su amigos son en gran mayoría familias argentinas y su plan a futuro es construir varias casas en un gran terreno conectadas por un espacio en común con pileta y parrilla para sentir a su país  más cerca. Adriana realmente nunca quiso dejar de ser argentina, aunque confiesa que cuando vuelve a su país de vacaciones le "deprime"  la realidad y no quiere salir de la casa de su mama.


Y por último, un amigo que vino a mi misma edad y decidió quedarse. Por suerte se especializó en lo que le gusta y hoy en día, 10 años después, es increíblemente exitoso.
Pero re encontrarmelo fue un gran shock. A esta altura ya casi ni habla español, es decir, lo intentó hablar conmigo pero se le hacía tan difícil que tuvimos que cambiar al inglés. Su look es totalmente australiano, lo ayudan sus ojasos celestes y hasta su nombre tomó el acento. Ej: Si se llamara "Juan Sosa" ahora le dicen "John Sous". No le interesa tener mucho contacto con Argentinos, no sabe como se llama nuestra presidenta (juro que el otro día me pregunto si era mujer o hombre) y no planea volver a pisar el país por varios años ya que prefiere gastar la plata en vacaciones en países que valgan mas la pena. Así fue como me lo contó.

Después de conocer todos estos personajes, me llego el momento de reflexión a mi. ¿Qué tipo de argentina soy?

La respuesta en realidad todavía no la se porque llevo muy poco tiempo fuera del país. Lo único que se es que extraño Buenos Aires todos los días.

La autenticidad de las fotos del usuario @buenosairescity en la red social Instagram, hace sentir a mi país y ciudad más cerca y sobretodo, no olvidarme de porque me fui pero tampoco de porque quiero volver.

Transmite en su amor por buenos aires, las ganas de que abramos los ojos a sorprendernos día a día con lo cotidiano. Aprender a querer, abrazar y disfrutar a nuestra ciudad de otra manera.

Tomar una birrita con noche primaveral en un bar porteño, ir en bici al rió empapandome de olor a árbol, caminar a la parada del bondi sonriendo porque es lindo día y a la noche las veo a mis amigas, bajarme del tren con historias inventadas acerca de cada  pasajero personaje, pasar un domingo en un parque, caminar por las calles mirando para arriba y siempre, pero siempre, sorprenderme con la arquitectura..........y así seguiría todo el día.


Como conclusión, nunca quiero dejar de ser argentina ni olvidarme de mis raíces sea cual sea la resolución que le de a mi vida. Pero cada uno tiene su camino y lo conduce hacia su propia felicidad. Todo esta bien mientras nosotros estemos bien.